lunes, 28 de junio de 2010

Dolencia Humana y Literatura

Procuraremos acercarnos al hombre de la edad media, quien al afrontar diversas crisis de orden económico, político, social, cultural, religioso y de salubridad, es importante preguntarnos cómo influyó todo este número de situaciones y dificultades en él y cómo éstas se conviertan en motor de creación literaria. Recurrimos a El Decamerón de Giovanni Boccaccio, para obtener una cosmovisión de lo que acontecía en el medioevo, entendiendo que en la época que fue escrita, Europa estaba pasando por una calamidad viral, la cual azotó y casi arrasó a gran cantidad de la población, motivo que no estuvo ajeno a la sensibilidad literaria de Boccaccio. Nuestro objetivo es entonces cartografiar algunas aproximaciones de respuesta desde la literatura a este hecho tan importante para entender el modo de ser y comportamental del hombre medieval entre otros aspectos.



“Vana es la palabra de aquel filósofo que no remedia ninguna dolencia humana. Pues así como ningún beneficio hay de la medicina que no expulsa las enfermedades del cuerpo, tampoco lo hay de la filosofía si no expulsa la dolencia del alma". Epicuro

Si bien es cierto que los estudios orientados a la literatura en la edad media son inmensos y que todos ellos la han abordado desde diversas perspectivas y distintas áreas como la filosofía, literatura, historia, psicología y otras, por esta razón es importante especificar la forma como afrontaremos el tema en cuestión en este caso, la Dolencia Humana y cómo ésta es abordada estéticamente por la Literatura medieval.
La pregunta sobre la cual se trabajará está inspirada en la literatura y como ésta sin más ha servido como conductor de críticas, pensamientos y sentimientos en el desarrollo de cada uno de los periodos que conforman la historia de la humanidad uniendo y nutriendo el conocimiento. Sin ser pretenciosos y solo tomando en cuenta que la literatura es el vehiculo con el cual la humanidad ha podido expresarse y comunicarse a través del tiempo con las demás épocas, podremos dar un vistazo sobre la edad media y observar cómo este pueblo fue afectado por dolencias no solo las que afectan al cuerpo sino también al espíritu, sirvieron como vehiculo catalizador para los artistas y literatos en su creación. El dolor ya no solo venia del sufrimiento del cuerpo, pues el espíritu igualmente estaba siendo atacado por una peste. El dolor corporal no era tan terrible como la infelicidad general y peor aun era la perturbación del alma y como tal hacia que el hombre desviara su conexión con Dios. La muerte invitaba a bailar a los humanos y es así como las danzas macabras pidieron la mano uno a uno de los habitantes y ellos melancólicos, expresándose inequívocamente en ese mundo doliente que no obstante se resistía a ser victima de la malaventura que les rodeaba.

Platón en el Timeo desde el fragmento 81 hasta el 86 (Timeo o de la naturaleza pp. 337- 338) realiza un estudio en donde concluye que la enfermedad reside siempre en la aparición de un desorden y que esta puede ser más o menos grave y afectar al cuerpo de diversas formas. Vemos pues que el desorden aparece con la perdida del equilibrio entre los elementos. Estos se deben a que para Platón las enfermedades son resultado del exceso, la falencia o cambio de sitio de cualquiera de los cuatro elementos que conforman el cuerpo humano.

Igual que las catástrofes naturales son las pandemias, estas se encargan de reducir la población humana de forma colosal. En la edad media llegó a Europa una llamada “peste negra” también conocida como la muerte negra, afectando la vida política, social, cultural e ideológica de esa época, en donde la deficiente sanidad e higiene de la población de clase media y pobre colaboró para que esta se radicara en ese lugar, debido a su desnutrición, carencias sanitarias y de higiene estos fueron susceptibles para que esta epidemia se convirtiera luego en una pandemia y quedar el pueblo a merced del “castigo de Dios”.

Se veía desvanecer desde las mas altas cúpulas del clero a los mas pobres labriegos creándose un ambiente desolador, convirtiéndose la muerte como imagen esquelética, cadavérica y putrefacta en la figura con la cual remembraba a los que ya no estaban y ella misma quien estaba a la espera de los que aún permanecían en el mundo de los mortales.

El inicio de la primera jornada de El Decamerón nos sirve para aproximarnos a ese escenario, en donde la ciudad de Florencia está siendo azotada por la peste, además nos da una panorámica de lo que ocurría. Boccaccio efectúa una narración donde acopia todas las experiencias de su vida, el fruto de sus lecturas clásicas y romances, el deleite de captar, contemplar y fijar en su prosa la extraordinaria diversidad de pasiones que agitan el corazón humano, y de las vicisitudes de la fortuna; de las reacciones que avivan los ánimos de los personajes.

“Digo, pues, que ya habían los años de la fructífera Encarnación del Hijo de Dios llegado al número de mil trescientos cuarenta y ocho cuando a la egregia ciudad de Florencia, bellísima entre todas las de Italia, sobrevino una mortífera peste. La cual, bien por obra de los cuerpos superiores o por nuestros inicuos actos, fue en virtud de la justa ira de Dios, enviada a los mortales para corregirnos, tras haber comenzado algunos años atrás en las regiones orientales, en las que arrebató innumerable cantidad de vidas desde donde sin detenerse en lugar alguno, prosiguió, devastadora, hacia occidente, extendiéndose de continuo”. (El Decameron. pp 1-2) .

La carne se ha revelado contra el espíritu; lo que daña a una, necesariamente ayuda al otro. La enfermedad nos recuerda que somos mortales y cada vez que nos afecta es para hacernos un llamado de atención, es para que nos conozcamos a nosotros mismos. El sufrimiento siempre ha sido un vehiculo, una fuerza superior impulsadora de la creación artística. El dolor nos recuerda que somos seres humanos y así mismo nos humaniza. Un ejemplo es el de Nietzsche: “Nunca me he sentido mas contento conmigo mismo cuando he estado mas enfermo, cuando he sentido el dolor mas fuerte.” El Saluda y recibe con gusto al sufrimiento como estimulo para crear. La mente se vuelve inquieta cuando está dentro de un cuerpo incomodo, el talento que se encontraba dormido, reacciona y la actividad creadora se revitaliza, la voluntad se robustece y luego el artista comparte su experiencia sobre la enfermedad con nosotros.

La peste en El Decameron solo se usó como pretexto con el cual aquel grupo de jóvenes justificara su huida a aquella villa a las afueras de Florencia para disfrutar de los relatos. La enfermedad no solo estaba entre los roedores y sus pulgas y tampoco solo era aquella que los iba diezmando impiadosamente, pues existía el inconformismo social reflejado en la hipocresía clerical y monárquica Boccaccio en su obra expone como la vida decadente de un pueblo se expande como un germen y contamina igual que la peste.

Vemos como las danzas macabras los acompañan, igualmente antes de ellas proveniente del siglo XII el llamado Dies Irae, la poesia fúnebre, juntos nos muestran como continuamente se está realizando producción artística y entre esta la que nos interesa que es la literaria. Advertimos también un ejemplo posterior de creación literaria impulsada por las dolencias humanas es el del ruso Dostoievsky, quien padeció de epilepsia. El no se enfrenta directamente a la enfermedad en sus obras, pero en ellas los protagonistas o alguno de los personajes principales sufren de alguna dolencia, un ejemplo es en Crimen y Castigo donde vemos como se entremezclan afecciones físicas y espirituales que llevan siempre en una vía de desesperanza a los personajes. Para Dostoievsky un momento importante en su creación era el anterior a la crisis epiléptica, en donde llegaba a un estado de lucidez el cual podría compararse al éxtasis místico.

En el siglo XIV la literatura y el arte debían recurrir a lo que se les estaba presentando en el momento, por ello estas tuvieron que recoger su temática. El clima de horror que se estaba mostrando por la peste negra asi se vio plasmado. Los poetas, artistas, artesanos buscarían nuevos estímulos frente a las resientes pretensiones que abrirían impensadas posibilidades de creación.

“el Decamerón es, a su vez, la representación, o mejor dicho, la consagración artística, y en cierto sentido metafísica, de la historia de cada hombre y de la realidad cotidiana de aquel humanísimo mundo.” (Branca Vittore, Bocacio y su Época, pp.57)

Ahora debemos finalizar haciéndonos una pregunta: ¿Es posible que el hombre necesite de estos estímulos, en este caso de las dolencias humanas para poder llegar a alcanzar puntos elevados de creación y por medio de esto reconciliarse con aquello que algún día perdió en el momento de su caída?

Bibliografía


BRANCA Vittore, Bocacio y su Época, Ed. Alianza, 1975
BOCCACCIO Giovanni, El Decamerón, Ed. Panamericana, 1999
PLATÓN, Diálogos, Timeo o de la Naturaleza, Editorial Porrúa, 2003
CORTEJOSO, Leopoldo. Tuberculosos célebres, Editorial Mateu, 1958
SANDBLOM, Philip. Enfermedad y creación: cómo influye la enfermedad en la Literatura